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“Hacer crítica es peligroso, pero lo hago por la plata”: entrevista a Alonso Alegría

Publicado: 2010-06-10

Tomado de Perú.21.-

Es uno de los hombres que más sabe sobre teatro en el Perú. Por eso es el crítico teatral de Perú.21. Alonso Alegría acaba de cumplir 50 años en el mundo de las tablas: su primera obra fue Ratones y hombres, de Steinbeck. Nuestro homenaje, obviamente, tiene forma de entrevista.

Yo me di cuenta de lo pesado que podía haber sido hijo de Ciro Alegría cuando, a los 22 años, me fui a estudiar a Yale. Allí no era nadie por primera vez en mi vida. Eso me asustó, sobre todo cuando has sido alguien toda tu vida. Por eso, fue una satisfacción muy grande sacarme, con el primer trabajo que entregué, una A. Eso demostraba que podía competir en ese medio. Además, mi mamá siempre nos enseñó que éramos hijos de Ciro Alegría y que éramos superiores (risas). Así me criaron. En el Mark- ham nos enseñaban francés, inglés y latín. A mi mamá le pareció poco; entonces, nos puso profesora de alemán y profesor de griego, 'porque qué es eso de saber latín y ni una papa de griego’. Además, teníamos clases de música, de pintura y de qué se yo”. Alonso Alegría, dramaturgo y crítico teatral de Perú.21, nos habla de la importancia de su apellido en su vida.

¿Usted se siente superior?

Sí.

Sé que la música lo apasiona. ¿Por qué no se dedicó a ella?

Por contreras: en mi familia había mucha música. A los 14 años, luego de ganar un concurso nacional de pintura, decidí ser arquitecto. Ingresé a la UNI en el primer puesto, pero, tres años después, dejé todo por el teatro.

¿Cómo lo atraparon las tablas?

Como en casa me sembraron la preocupación por ser culto, me di cuenta de que sabía de música, de pintura, de literatura, pero no sabía nada de teatro: tremenda laguna. Entonces, me metí a un taller de un año con mi 'daddy’ –así le llamo– Reynaldo D’amore. Allí se me metió el bicho de las tablas. El verano siguiente me metí a un taller en el Teatro de San Marcos. Yo había hecho una adaptación de Ratones y hombres, la novela de John Steinbeck. Montamos la obra, yo la dirigí con cero experiencia, pero gustó. Era mayo del 60. Han pasado 50 años.

¿Cuándo empezó a escribir teatro?

Ingresé al curso de Dramaturgia que se dictaba en la Escuela de Graduados de Yale y allí me fui enrumbando hacia la escritura pues me fue muy bien. Mis mejores notas eran en Dramaturgia y no en Dirección.

¿Cuál es el teatro que le gusta?

El que le dice cosas claramente al público y logra que este se emocione y, además, piense.

Es decir, el teatro fácil de entender...

En 1971, en Bonn, me hicieron una entrevista cuyo titular era: “El público como amigo” (Alonso dice el título, obviamente, en alemán). Esto, en 1971, resultaba novedoso porque era la época donde al público le daban duro. El público es un amigo al que se le puede dar duro –a veces es necesario–, pero como amigo, no para castigarlo, sino para convencerlo.

¿No siente que, siendo dramaturgo y director, es peligroso que haga crítica teatral?

Es peligrosísimo, pero lo hago por la plata (y yo lanzo una carcajada). Se ríe, pero no de lo que he dicho, sino de que me atreva a decirlo. Cuando empecé en Perú.21 estaba desempleado; entonces, toqué la puerta del diario. La vida del artista es así: ir juntando, juntando dinero de aquí y de allá. Claro, también sé mucho más que la gran mayoría de mis colegas en el Perú, quizás con la excepción de Alberto Ísola, pero él no escribe. En el país no hay especialistas, somos pocos los que hemos estudiado teatro de verdad.

¿Le gusta el teatro experimental?

Claro. Yo voy a ver con esperanza todo. Lo que no me gusta son las pastruladas que hacen chicos sin experiencia.

¿Le gusta el teatro de grupo?

Sus obras tienen dos características: son episódicas –no tienen un argumento continuo– y no tienen un personaje central. Hamlet nunca hubiese sido creada a través de la creación colectiva; por ello, nunca una creación colectiva estará a la altura de un Hamlet. ¿Y sabe por qué? Porque el grupo tiene que darles gusto a todos sus integrantes. Y, claro, aquel teatro que no tiene posibilidades, por su propia naturaleza, de llegar a cumbres como Hamlet, es un teatro menor.

Escribió El cruce sobre el Niágara, quizás la obra peruana más montada…

Y la más premiada. La han puesto en escena en unos 50 países, en teatrazos como el Nacional de Londres y el Deutsches Theater de Berlín. Es una obra positiva, de época y con un final feliz... quizás por esto guste tanto.


Escrito por

Renato García Benavides

Soy Católico. Un peruano con un hambre de verdad incalculable. Me gusta leer; tener largas conversaciones; escuchar y ser escuchado. También, me gusta opinar sobre diversos temas. Me gusta aprender. Nunca dejo de lado una sonrisa en el rostro. Estoy cursando l


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